Opinión

¿Qué queremos del Valencia? ¿Seguir toda la maldita vida en guerra?

Y nos quedamos hasta sin el Valencia, que fue vendido a un inversor extranjero porque nosotros no fuimos capaces de darle viabilidad

Un grupo de aficionados con la pancarta de 'Lim go home'

Un grupo de aficionados con la pancarta de 'Lim go home' / E. Ripoll

En Valencia llevamos quince años fracasando en muchos ámbitos. Salvo contadas excepciones, que encima son puestas en tela de juicio no sé muy bien a santo de qué, todo nos ha ido mal en demasiados aspectos. Nos quedamos sin bancos valencianos, casi sin medios valencianos, sin apenas industria valenciana... y nos quedamos hasta sin el Valencia, que fue vendido a un inversor extranjero porque nosotros no fuimos capaces de darle viabilidad.

Hay quien se cabrea, no sé la razón, cuando se recuerdan estas cosas. Parece que moleste que se recuerden. Pero es que sin tener eso en cuenta la explicación del momento actual no se entiende. O sí, pero de forma sesgada. En el momento en que entregas tu alma al diablo, ya no es tuya. Ya nada depende de ti y, por lo visto, no queremos hacernos a la idea. Nos molesta y nos revienta, pero tampoco le ponemos solución. Sólo volcamos nuestra rabia y frustración en quienes recuerdan lo que hay y cuál es la única forma de salir de ahí.

Lo que está ocurriendo con el Nuevo Mestalla es una buena muestra de todo lo anterior. Es quizá el último gran símbolo de aquel fracaso que seguimos arrastrando, pero, lejos de querer solucionarlo, es como si nos agarráramos con fuerza para que todo siga igual y podamos tener una excusa para seguir lamentando nuestra mala suerte. La vida no es eso, no debería serlo, pero aquí ya hemos decidido que no queremos otra cosa. Muy triste.

El gran objetivo es que Peter Lim venda el Valencia y que se deje atrás esta pesadilla de una vez para siempre. Vamos, entiendo que ese es. Ese es el gran objetivo, ¿no? Lo digo porque muchas veces me cuesta ver que lo tenemos claro. Que sabemos qué es lo sustancial. Porque... cuando la hoja de ruta está tan clara y delante de nosotros pero nos negamos de forma sistemática a seguirla porque estamos pensando más en conceptos como la venganza y todas estas cosas... En cosas que, además, ni nos van a dar nada ni van a llegar a ningún lugar. Y todos lo sabemos.

Nos olvidamos, en medio de tanta ansia de sangre, de algo básico: para que haya una venta debe existir un vendedor... y un comprador. Sí, aunque nadie hable nunca de esta figura, o aparece en esta ecuación o no hay nada que hacer. Y para que eso ocurra, que debe ocurrir, la mercantil, el Valencia como empresa (porque somos una empresa) debe tener valor. "¿Para que Lim gane más?" ¿En serio eso es lo que nos preocupa? ¡No! ¡Para que pueda aparecer alguien que quiera comprar, por el amor de Dios!

Pues no nos entra en la cabeza. Se palpa, se siente y se nota que no nos entra. Y de verdad, más allá de otro tipo de cuestiones, que siempre son menores aunque nos ocupen mucho tiempo, lo sustancial es que Lim venda el Valencia. Que alguien se lo compre. Y eso sólo va a pasar de una forma determinada. A estas alturas, después de diez años de Meriton y cuatro de protestas de todo tipo, y por más que alguno se cabree, Lim no es la causa del problema sino la consecuencia. Porque sí, porque es así, porque Peter Lim no es la causa de nada. Es la consecuencia de muchos errores que hemos perpetrado nosotros mismos durante muchos años.

Orgulloso de ser valenciano y valencianista. La ciudad y el club siempre estarán por encima de todos aquellos que no están a su altura. Pero nada, sigamos como hasta ahora, que, visto lo visto, nos está yendo muy bien. Que aquí con hacer el indio, montar dos shows en redes sociales para que me digan lo guapo que soy, insultar varias veces a las mismas personas e indignarse mucho por cualquier cosa ya es suficiente para solucionar todos los problemas que tiene el Valencia. Claro que sí. 

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