Opinión

El Valencia que yo quiero

¿Quién no quiere un Valencia grande y que gane o plante cara a los mejores de este país y de Europa?

El equipo, celebrando un gol

El equipo, celebrando un gol

¿Quién no quiere un Valencia grande y que gane o plante cara a los mejores de este país y de Europa? ¿Qué valencianista nacido de madre no firma eso con sangre? Muchas veces nos ponemos a discutir por cosas que son absurdas, que no tienen sentido, que simplemente alimentan el ego de algunos que necesitan que se les haga caso pero que acarrean polémicas que no representan a la inmensa mayoría del valencianismo. Aunque eso sí, en el mundo virtual de las redes sociales, donde te rodeas de los que piensan como tú y atacas en manada a los que no lo hacen, todo es distinto.

El Valencia que yo quiero, el que quiere cualquiera de nosotros, es uno que nos haga sentir orgullo, que nos represente, que nos haga felices. Y repito de nuevo la pregunta: ¿hay alguien que no quiera un Valencia así? Que sea valencianista, claro, no olvidemos tal matiz; uno que para mí lo explica todo. Simplemente contestando con sinceridad a esa pregunta, sin filias ni fobias, es muy posible que acabáramos con la gran mayoría de enfrentamientos estériles que se viven en el entorno de este club, el cual sigue siendo tóxico, en algunos casos, hasta convertirse en poco menos que irrespirable.

Y es que hemos llegado a un punto en el que parece que no queremos que las cosas vayan mejor, que cambien a mejor. Es como si vivir entre miserias fuera lo que nos hiciera sentir cómodos y nos convirtiera en alguien. Y claro, si el problema es lo que me hace sentirme importante… como el problema ya no esté, volveré a ser lo mismo que toda la vida, y eso no termina de gustar a aquellos que cada día crean una nueva polémica artificial, del tipo que sea, para poder tener sus minutos de gloria diarios.

No voy a entrar a discutir si se trabaja bien o se trabaja mal. Si vamos en el buen camino o nos estamos volviendo a equivocar. Sólo hago un repaso de las cosas. Si queremos que Lim venda sus acciones, alguien tiene que comprarlas, y, para que eso pase, la mercantil debe tener algún valor. Para ello se debe poner en marcha el estadio, vender el actual, y tener firmado el convenio con el ayuntamiento por los privilegios urbanísticos. El club, no Lim, porque el Valencia es quien tiene todos los derechos y todas las obligaciones, no Meriton. Cuando se habla de "impedir cualquier beneficio urbanístico a Lim", a quien se le impide es al Valencia, que es quien acaba perdiendo siempre. Que no se atrevan a decirlo como es, es llamativo.

Y eso le da la mano a la parte deportiva, por supuesto que sí. No podemos estar más años fuera de Europa. Por todo. Y a eso se le pone remedio confiando en un proyecto, como es el caso, y dotándolo de medios, como esperamos que también sea el caso. Baraja es la base de todo, pero, sin lo que hace falta, el Pipo será muchas cosas buenas, porque las será, pero los milagros no existen aunque haya años en los que casi parezca que sí.

Y con todo esto claro, vuelvo a preguntar: ¿quién no quiere un Valencia grande? Voy a ir a los extremos, donde, no sé la razón, se pueden herir sensibilidades. ¿Corona no quiere ser el director deportivo de un equipo de Champions? ¿Javier Solís, que además es valencianista de cuna, no quiere ser el director corporativo de un equipo de Champions? ¿Inma Ibáñez, en el club desde hace más de veinte años, no quiere dejar de administrar miserias y ser la directora financiera de un equipo de Champions? ¿José Manuel Segarra, valencianista durante varias generaciones, no quiere ser el director de comunicación de un equipo de Champions? Un buen amigo me enseñó que, cuando reduces las cosas al absurdo, sacas conclusiones mucho más claras. Ese es el Valencia que yo quiero, el que ellos quieren y el que queremos todos.

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