Opinión

El local management del Valencia, sin filias ni fobias

Layhoon Solis y Corona

Layhoon Solis y Corona / SUPERDEPORTE

en Valencia ponemos a parir al local management del club, pero todos mataríamos por ser cualquiera de ellos. La vida es esto, contrastes de todos los colores. E hipocresía, mucha hipocresía, toneladas de ella, por supuesto que sí. Ahora que se ha cumplido un año del uso de este término, la efeméride ha sido aprovechada para pegar estopa, algo que es muy habitual y que sirve para descargar tensiones. Porque hay quien se sigue creyendo (porque eso le conviene) que las decisiones clave se toman aquí y no en Singapur.

Y no sólo eso. También hay quien cree, o decide creer, que todo va mal porque los que hay ahora son muy malos, y que si hubiera otros distintos todo sería más fácil. Los ponemos a parir como si nada, con ligereza, con insultos que se pasan de la raya e incluso acosándolos por la calle como haría el peor de los quinquis. Y siempre al grito de que son unos inútiles, o esclavos de su amo, o la barbaridad que en ese momento esté de moda, que también para eso hay tendencias. Respecto a esto hay varias verdades incómodas. La primera es que si nos llamaran a nosotros, a cualquiera (o a casi cualquiera, no quiero ser absolutista), saldríamos corriendo. No habría tiempo ni para descolgar el teléfono. Trabajar en el Valencia, por el amor de Dios. El sueño de todos hecho realidad…, ¿y alguien iba a decir que no? El chiste se cuenta solo. Aunque claro, cuando sabes que no te van a llamar ni por error, ser digno es mucho más sencillo. Y arriesgas menos, o nada. 

Y la segunda verdad incómoda, e ignorada, es que el Valencia funciona de una manera mucho más compleja de lo que algunos quieren aparentar. Y no lo admitimos (porque lo sabemos), y eso no es justo, nada justo. ¿Que el local management comete errores? Pues seguro, y probablemente todos los días. ¿Que no se toman todas las decisiones que se querría aquí porque Singapur funciona de otro modo? Igual de seguro. Pero lo primero lo vemos fácil y lo segundo, simplemente, no queremos verlo. Cuando no se es justo, cuando los juicios se deben a muchas variables que están generadas por intereses, la perspectiva se pierde, no existe, y, entonces, la razón que se pueda tener se va por la taza del wc. 

Vamos a los hechos, simplemente a los hechos, sin ir más allá. Estamos en junio con Dimitrievski fichado, Baraja renovado, Jesús Vázquez renovado, Hugo duro renovado y parece que muy próximo otro fichaje. Por más polémica que suscite, el convenido con peñas, muy cercano otra vez. Si termina habiendo Nuevo Mestalla, es por la gestión de los que están aquí. El Valencia, de aquí, fue quien demandó a la RFEF. Se sacaron cuatro millones de euros al Barcelona por Neto cuando nadie lo esperaba. Se representa al club con gente de aquí, con leyendas, con respeto y sabiendo de qué se habla. En el local management hay personas que llevan más de quince años en el club. Es decir, mucho antes de Meriton. Algunos me dirán que estoy haciendo la pelota a los de aquí. Que soy un vendido, un monchito, un meritoner o cualquier estupidez de estas. Ni me deben nada ni les debo nada. Simplemente analizo hechos, cosas que han pasado, que pasan y que, al final, esté quien esté, quedan siempre supeditadas a las decisiones, muchas veces caprichosas, que se toman desde Singapur. Los hemos elegido como blancos de todo, como una especie de saco de boxeo en el que descargar toda la rabia y la impotencia, y eso no es justo. Simplemente no es justo.

Seguramente no son los mejores del mundo, ellos también lo saben. Pero de ahí a que todo valga contra ellos hay un trecho y largo. ¿Que hay cosas que se hacen con las que no estoy de acuerdo? Claro, muchas. Y también otras que me gustan. Las primeras las digo porque es “mi obligación”, y sobre todo insultarles de todas las maneras posibles. Y la segunda, pues bueno, se supone que “me pagan” para eso. Estamos dejando un entorno maravilloso, maravilloso de verdad. Aunque, eso sí, tampoco lo digas, que algunos se enfadan y te insultan más. Aquí el problema es Peter Lim y la solución es dinero. Pero a uno no se llega y a lo otro… aún menos.

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