Opinión

La vergüenza del abuelo valencianista de ‘Good Bye, Lenin!’

A los peñistas no nos corresponde tirar a Lim, suele defender el presidente. Ni tampoco mantenerlo, cabría matizar

Fista de sector XII Agrupacio de Penyes agrupación de peñas valencianistas

Fista de sector XII Agrupacio de Penyes agrupación de peñas valencianistas

Hace unos años la revista Panenka grabó un anuncio magistral, por doloroso, en el que una familia simulaba ante uno de sus mayores que el Valencia sí ganó la final de la Champions en Milán. Definitivamente las cosas se veían muy distintas desde ese otro lado de la historia: el Valencia con una Champions era el mismo, pero lucía bien diferente. Un ‘Good Bye, Lenin!’ a la mediterránea. Cañizares lloraba… de alegría. 

Si esa metraje hubiera seguido su curso la familia afectada se habría enfrentado a complicaciones tortuosas: ¿le decimos al abuelo lo de Soler?, ¿y lo del Nou Mestalla? ¿Le decimos al abuelo lo de Aurelio y Amadeo con Lim?, ¿le decimos al abuelo que quedar novenos ahora no está ni tan mal? ¡Un club con una Champions y os contentáis con acabar novenos!, reprendería el iaio. Pues no se lo decimos. 

En esa serie de decisiones, la familia tendría que manipular el periódico del día para que el abuelo no viera que, en el entorno social, había estallado un conflicto entre peñas después de que la mayoría de ellas votara a favor de seguir colaborando con la dirección que ha llevado al club al peor momento de su historia. Sagreras, acomodado en Vallés, y empeñado en reducir al colectivo a pequeñopeñista, ha hecho la de los maestros demoscópicos: en un referéndum quien fija la pregunta, gana. 

Por eso la clave está en la pregunta y no en el apoyo demográfico de la respuesta (un eufemismo de Sagreras para sacar pecho por el control de su organización, a la que encima fragmenta). No se trata de si la asociación de peñistas debe tener o no relaciones con el club (pues depende de para qué, oiga), sino de si debe cumplir con su misión como eje civil velando por los intereses del club cuando, quien debe hacerlo, omite su responsabilidad más esencial. A los peñistas no nos corresponde tirar a Lim, suele defender el presidente. Ni tampoco mantenerlo, cabría matizar.

Nuestro abuelo del ‘Good Bye, Lenin’, a buen seguro parte comarcal en algún frente peñista, vio presidentes y asociaciones que, con sus contradicciones y presiones, entendieron que no se trataba de elegir entre estar con el club o contra el club. Si no de otra cosa: si la mejor manera de estar con el club era estar hacia abajo (sometidos) o estar enfrente (exigiendo).

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