Opinión | La Contra

Potros salvajes

La canción de Isabel Aaiún ha sido el reflejo de una selección que ha ido de tapada

Los jugadores de España celebran el gol de Nico Williams

Los jugadores de España celebran el gol de Nico Williams / EFE

Nadie daba un duro y ha triunfado. Iba de tapada y ha conseguido el más rotundo de los éxitos. Da igual el nombre que tuvieran sus competidores, ha pegado fuerte y se ha ganado el favor de todo el país. Como ya suponéis, estoy hablado de la potra salvaje, por supuesto. 

Y es que esa canción, que ha servido de himno en el vestuario de España, es un verdadero ejemplo de cómo algo puede conseguir el más grandioso de los éxitos sin tener el amparo comercial, mediático o un pedigrí que la ampare. La canción de Isabel Aaiún ha sido el reflejo de una selección que ha ido de tapada, pero que ha maravillado a todo un país y le ha dado vida, alegría e ilusión por formar parte de él.

España es campeona de Europa. Sí, CAMPEONA con mayúsculas. Es la mejor selección del continente y, si el Mundial fuera mañana, sería la mejor del mundo. El fútbol que practica con esa frescura, abanico de posibilidades y oficio cuando se requiere, hace que sea invencible, intratable e inevitable. Solo hay que ver a los ingleses cómo haciendo un partido muy correcto no fueron capaces de aguantarle el pulso a una España que ahora mismo es top mundial.

Aquí no tenemos mediáticos como Mbappé, Cristiano Ronaldo, Bellingham o Kroos, pero tenemos un equipo. Un conjunto de elementos que, unidos entre sí, dan un resultado extraordinario. Con cierta vergüenza ajena así como con estupor veo los análisis de muchos periodistas -la mayoría de Madrid- a quienes se les llenaba la boca diciendo que Francia, Alemania o Portugal iban a ganar la Euro y, España, no tenía jugadores de renombre para poder competirla. A todos ellos les quiero recordar que hubo un equipo, allá por el principio de este siglo, que consiguió que todo un equipo galáctico mordiera el polvo. Sí, hablo de un Valencia que, sin estrellas como tal, consiguió dos ligas en tres años con el ansiado doblete -triplete si le sumamos la Supercopa de Europa-. 

Algo parecido ha pasado con este combinado español, a quien todo el mundo ninguneaba y que parecían abocados al fracaso tras la continuidad de un Luis de la Fuente que, lo digo honestamente, me ha sorprendido para bien. El de Haro se ha doctorado y tiene todos mis respetos. Es el auténtico rey de los torneos cortos, algo que ya demostró en las inferiores y ahora lo lleva a la práctica en la absoluta.

Porque a base de fe, sacrificio y esfuerzo, este grupo de futbolistas ha conseguido unir a todo un país alrededor de la ilusión de materializar un éxito deportivo.

“Es solo fútbol” dicen algunos. A todos ellos les digo que ha hecho más esta selección por la unidad de España que la política, instituciones o altos cargos de nuestro país. Este triunfo ha conseguido que todos aquellos que llevan insultándose, peleando y discutiendo durante todo el año, aunque solo sea durante 90 minutos cada semana, se unieran alrededor de una pantalla para abrazarse tras cada gol de España. ¿Puede haber algo más bonito?

Y todo ello gracias a una canción y a unos jugadores que han demostrado ser indomables, increíbles e invencibles. A unos potros salvajes. 

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