Opinión

Vuelve el joven Max Verstappen

Max Verstappen, ganador en Canadá

Max Verstappen, ganador en Canadá / AP

Que el avasallador dominio de RedBull ha quedado atrás es algo más que demostrado. La carrera en casa del equipo de la bebida energética ha sido un nuevo ejemplo de la pérdida de esa hegemonía. En el RedBull Ring, Mercedes acabó llevándose la victoria, algo absolutamente fuera de guión.

En la salida Verstappen aprovechó su pole y moduló la distancia respecto al ansioso Norris. Pero esta vez, el rendimiento del coche del holandés quedó en desventaja a muchas vueltas del final: la gestión de gomas de los monoplazas de McLaren era mucho mejor. Y fue entonces cuando Lando abrió la caja de los truenos en busca de la victoria. La lucha a cuchillo acabó en un accidente y con los dos pilotos sin triunfo y sin podio.

Hemos visto, a medida que la temporada avanzaba y el dominio del RedBull disminuía, a un Verstappen sosegado, aplicando la frialdad que grandes pilotos, como Lauda antes que él, usaban para sacar el mayor rédito cuando el coche no daba más de sí. Pero ha sido precisamente en la pista austríaca, en la Niki también ganó en 1984, donde Max ha dejado de ser un piloto con la calculadora en la mano. Esa frialdad que acaba dando los puntos imprescindibles para asegurar el título de pilotos y también el de constructores, en el que Checo está aportando poco o nada, dejó paso a un piloto en ebullición. El holandés quiso desesperadamente ganar en una situación en la que su coche, por una vez, no era el mejor. Y fue entonces cuando llegó el toque con Norris y el desastre. Verstappen volvió a su esencia de juventud: a su usar el coche para cerrar puertas, a no dejar espacio al rival, al estilo que años anteriores ha puesto a más de un piloto rival fuera de la pista. Horner disculpó a su piloto, pero se quejó de esa pérdida de puntos. Se hace difícil imaginar una reunión de equipo en la que Christian intente convencer a Max para ir más lento y asegurar posiciones. Recordando la fábula de Esopo, a Verstappen se le puede excusar diciendo “es que soy un escorpión”. Ahora que el McLaren resopla en el cogote del RedBull, el escorpión es más proclive a clavar el aguijón, incluso aunque él mismo sufra las consecuencias de hacerlo.

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