Montjuïc: La maldición que rompió Benítez

El Valencia jugará el lunes su primer partido contra el Barcelona en el Estadi Olímpic, el mismo que fue maldito entre 1934 y 1946, años en los que el equipo perdió cuatro finales de Copa... tres seguidas

Regreso a la montaña escenario de la primera final

Regreso a la montaña escenario de la primera final / SD

Pascu Calabuig

Pascu Calabuig

En la noche del lunes, el Valencia CF volverá a pisar la hierba de Montjuïc. Un estadio que no visita, curiosamente, desde el mismo año en el que el club paralizó las obras del Nou Mestalla por falta de financiación, 2009. Quince años más tarde, presente sobre el campo en la goleada sufrida a manos del Espanyol (3-0) en mayo de aquel año, Rubén Baraja regresará al escenario que significó el punto de inflexión hacia el título de Liga de 2002 para cumplir 50 partidos como técnico valencianista en la competición madre.

En septiembre de 2009, una década después de haberse trasladado del viejo Sarrià a Montjuïc, el Espanyol pudo inaugurar su nuevo RCDE Stadium. El cambio de casa blanquiazul devolvió a un segundo plano al Estadi Olímpic de Barcelona, donde el Valencia ha encadenado alegrías, odios y penas desde que jugó su primer partido hace 90 años en el moderno estadio que construyó la Ciudad Condal para la Exposición Universal de 1929. El Estadi, elevado 173 metros en la montaña de Montjuïc, que debe su nombre a la necrópolis judía que acogió entre los siglos IX y XIV, había empezado a promocionar la ciudad albergando partidos del Barça, el Espanyol y el Europa en el estreno de la liga española.

Por entonces, en el Valencia Luis Colina, secretario técnico, debía lidiar con los problemas de financiación del club y la necesidad de regenerar la plantilla tras las controvertidas salidas de Montes y Cubells. El equipo arrancó su andadura en el fútbol profesional en Segunda División, razón por lo que su primera cita con Montjuïc no llegó hasta el 6 de mayo de 1934. Día en el que los de Mestalla vivieron la primera gran final de su historia, la que le enfrentó al Madrid CF -sin el apelativo real en tiempos de la II República- en busca de la Copa del Presidente, en concreto, Niceto Alcalá-Zamora. Entre abril y octubre del 34 el gobierno republicano del país lo presidió un valenciano -y valencianista-, Ricardo Samper.

Benítez con Rufete, dos protagonistas de aquella remontada en Motnjuïc en 2001

Benítez con Rufete, dos protagonistas de aquella remontada en Motnjuïc en 2001 / ARCHIVO SUPERDEPORTE

En Sitges con un excampeón mundial del peso pesado y una artista de cine

Pasados ya tres años del ascenso a Primera, Colina había empezado a levantar el gran Valencia que dominaría en la posguerra. Entrenado por el inglés Jack Greenwell, el equipo se preparaba, esencialmente, mediante baños de mar y carreras en la arena de la playa de Sitges. Unos días de mayo en los que el tiempo libre regaló a jugadores como Iturraspe y José Vilanova para jugar a las cartas con el excampeón mundial de los pesos pesados, Max Schmeling. En el mismo hotel, junto a su esposa, la célebre actriz checa de cine mudo Anny Ondra, estaba hospedado el púgil alemán que un par de años más tarde sería capaz de noquear al joven Joe Louis.

El 13 de mayo, en el mismo enclave de la final de Copa pero una semana más tarde, Schmeling empataría a los puntos con el vasco Paulino Uzkudun. Montjuïc, estrenado con un partido de rugby entre España e Italia, nació como un espacio polivalente en el que se desarrollaron acontecimientos deportivos de toda clase más allá del fútbol: boxeo, motor, carreras ciclistas, esgrima, hockey, béisbol... Imponente y abierto, para el valencianismo pasó de ser el epicentro de la ilusión en 1934 a serlo también de la frustración de las finales perdidas en la segunda mitad de los años 40. Como recuerda el historiador José Ricardo March, "Montjuïc significó el primer desplazamiento realmente masivo de la afición del Valencia", a pesar de la subida del precio de las entradas en relación con las del año anterior, de 2 a 3,3 pesetas. Incluso, hubo quien pagó hasta 35 pesetas por un billete de ida y vuelta en autobús. "Entonces se fletaron dos barcos y un tren especial y muchos más seguidores viajaron con coches particulares, motos y cualquier otra manera. Se calculaba que fueron entre 13 y 14000 seguidores a Barcelona", explica el profesor y escritor.

De rojo con la senyera escapulada

Sobre el terreno de juego, el conjunto de Greenwell dominó la final media hora tras el gol inicial del ‘Xiquet’ Vilanova. Sin embargo, el Madrid, plagado de internacionales frente a uno solo del Valencia -Pasarín-, se sobrepuso a la presión de 17 años sin la Copa y le dio la vuelta en dos minutos. Pese a la derrota, aquella final trascendió. El Valencia había llegado para quedarse entre los grandes y lo hizo luciendo una camiseta granate con la senyera escapulada. "El rojo fue habitual hasta los 80, pero esa camiseta no volvió a verse hasta la reedición de Joma en 2012. No fue casual. El partido contra el Madrid tenía una carga simbólica en una época en la que se estaba cerrando un estatuto valenciano que no fue adelante. De hecho, para abrir boca, el Olímpic de Xàtiva jugó la final amateur vestido con la senyera ante el Real Unión de Irún. Los dos clubes se alineaban con la voluntad estatutaria", dice March.

Diez años después, el Valencia de los eléctricos, dirigido por Eduardo Cubells, regresaba a Montjuïc consolidado como un grande para competir con el Athletic por la Copa, bautizada ya como «del Generalísimo» en el inicio de la dictadura. Era el flamante campeón de Liga. Aun así, los leones, a los que se volvería a medir en la final del año siguiente en idéntico escenario, vencieron sin dar ninguna opción (2-0). En junio de 1945 el desenlace fue todavía más cruel. Una diana de Iriondo en el minuto 90 privó al Valencia de levantar su segunda Copa (3-2) y poder dar continuidad al título de 1941, conquistado ante el Espanyol.

La amarga despedida de 'Bala Roja' Gorostiza

La leyenda negra de Montjuïc se había extendido entre la afición. A la cuarta, en 1946, el equipo del mítico ‘Cucala’ volvería a intentarlo nuevamente contra el Real Madrid. El optimismo se había disparado tras haber arrasado al Sevilla en las semifinales con una extraordinaria goleada. Pero el Valencia tropezó de nuevo en la montaña barcelonesa. El Madrid le endosó un 3-1. Los valencianos cayeron en tres finales consecutivas, desgracia repetida en 1970, 71 y 72. Aunque, casi peor que el resultado fue aquel día la amarga despedida de Guillermo Gorostiza. "A diferencia de Epi, que se despidió con el gol en la final ganada del 49, el viejo ‘Goros’ dijo adiós al club con una final perdida", evoca Jesús Roig, miembro como March de úvaM, asociación que vela por el patrimonio cultural e histórico del Valencia CF.

Remontada que catapultó hacia el título de Liga 31 años después

El equipo blanquinegro no volvería a Montjuïc -sede de los Juegos Olímpicos en 1992- hasta que a finales de los 90 se convirtió en sede del Espanyol tras el derribo de Sarrià. Rafa Benítez, entrenador que trajo la Liga a València 31 años después, rompería la maldición en diciembre de 2001. Los ‘periquitos’ ganaban 2-0 al descanso (Palencia y Àlex Fernández), pero la remontada posterior gracias a dos tantos de Rufete y un tercero de Ilie fue el punto de inflexión que catapultó al equipo hacia el campeonato. Y la página pasaría al libro de oro del Valencia. Baraja entró desde el banquillo para amarrar el sabor de la victoria en el último tramo, y estuvo también en el duelo bajo la nieve de 2004

El próximo lunes, más de 20 años después, se vivirá el primer Barça-Valencia en Montjuïc, el espacio donde el Valencia perdió cuatro finales... pero ‘ganó’ una Liga.

Todos los partidos el Valencia en Montjuïc a lo largo de su historia

Todos los partidos el Valencia en Montjuïc a lo largo de su historia / SD

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