Opinión

Achique de espacios

Yo no sé si Menotti fue un genio o un engañador, pero lo que me siento es cobijado por su mirada sobre la pelota

Menotti, campeón del mundo en Argentina 1978, muere en Argentina a los 85 años

Menotti, campeón del mundo en Argentina 1978, muere en Argentina a los 85 años / EFE

Menotti afirmó que el 90 por cien de los periodistas no sabíamos nada de fútbol. Fue generoso. El verdadero problema, quizá, no sea tanto nuestra falta de conocimientos, sino que nos empecinemos en desligar el fútbol de la vida, donde las verdades irrefutables de un sábado por la mañana quedan desmentidas y sepultadas un domingo por la tarde. Porque el propio Menotti puede ser genio para unos y engañador para otros. Porque, probablemente, todo, y todos, tengamos un poco de todo. 

Llega el final de temporada para los equipos de todas las categorías. Entrenadores que se despiden de sus chicos y chicas con un nudo en la garganta. Conversaciones con el abuelo del compañero que quizá queden aplazadas para siempre. Para dar la razón o desmentir a Menotti en su afirmación, quizá deberíamos empezar preguntándonos qué es el fútbol, verdaderamente. Probablemente, saber recibir con una pierna y chutar con la otra sea determinante, pero, más todavía, lo sea aspirar a ser buen compañero. 

«A los amigos no se los deja solos», le recriminó su compañero de Central Miguel Juárez a Menotti, afeándole que no le hubiera acompañado cuando intentaba tirar una pared entre ambos. Así, forjó el sentido colectivo del fútbol que supo explicar como nadie. Yo no sé si Menotti fue un genio o un engañador. Lo que me siento es cobijado por su mirada sobre la pelota y todos los que corren detrás de ella. Abrazado a la bohemia que la envuelve, inspirado por su aventura, con su drama y su euforia. A la pregunta de cómo se puede marcar a Pelé, Menotti contestó: «con una tiza». Miren, yo siempre preferiré un entrenador que sepa hacer sonreír a un niño, aunque acaben marcándole diez.

Muere Menotti y ya nunca podré preguntarle qué era exactamente el achique de espacios. «Un libro es una frase por la que matarías y doscientas páginas más», dice Manuel Vicent. Haber acuñado un término así, que todo el mundo usa y nadie entiende del todo, es mejor que los 30 títulos que le afean que no ganó.

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